Los Reyes Magos no es una costumbre cristiana. Se trata de una costumbre pagana que fue absorbida por la Iglesia. Tampoco tiene sentido atribuir esta tradición al hecho bíblico de la entrega de regalos que hicieron los Reyes Magos al niño Jesús. ¿Qué curiosos personajes debieron ser estos Reyes Magos que observaron la Estrella de Belén?, ¿fueron Reyes?, ¿de donde venían?, ¿eran realmente tres?.
Si contamos con escasas pruebas en el caso de la Natividad, aún menos son las que se refieren a losReyes Magos. No existe en la Biblia ninguna referencia que nos permita explicar con seguridad quiénes fueron estos misteriosos personajes.
De hecho, sólo en el Evangelio de San Mateo se cita a los Reyes Magos:
“Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del Rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?”
Mateo 2,1-2, versión Reina-Valera 1960
“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre Maria, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Mateo 2,11, versión Reina-Valera 1960
No hay nada más. La tradición y la secuela que han dejado los Reyes Magos parecen no tener otro lugar de partida más que este fragmento. Con esto en mente, la primera y más evidente conclusión que extraemos es el hecho de que no se menciona cuántos fueron ni mucho menos que fueran Reyes. Solamente se habla desabios o magos.
El término mago procede del griego, magoi. Un magoi significa un matemático, astrónomo y astrólogo. Por entonces la Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como hoy lo están, de manera que se creía que los designios humanos podían conocerse si se estudiaban cuidadosamente las estrellas. Si tomamos en cuenta esta traducción y las citas de Mateo podemos considerar a los Reyes Magos como hábiles observadores del cielo.
Tertuliano afirmó que los magos debían ser Reyes que procedieran de Oriente y en los siglos siguientes la visión monárquica de estos magos se fue imponiendo hasta llegar a nuestros días.
A diferencia de los magos que ya se encontraban dispersos en tierra de Israel y todo el mundo helénico, el énfasis que se emplea al decir “de oriente”, marca un cambio de connotación: El autor busca traer a la mente un personaje asociado con el Oriente, diferente a los sabios convencionales de Israel (rabinos), que conociera además las profecías mesiánicas y que fuera autoridad bíblica para el lector judío (ya que se acepta a nivel general que el Evangelio de Mateo fue escrito para hebreos y aun en lengua hebrea según el testimonio de casi todos los así mal llamados “padres de la iglesia”).
Hay que tener en cuenta además qué significaba el Oriente para los judíos: Pues bien, no era otra cosa que Babilonia, pues hasta Damasco, se consideraba parte de la tierra de Israel[ . Pues bien, la figura que tratamos de presentar, podría corresponder a un título muy particular en arameo: “Doctores Babilónicos de la tradición oral” que perduraría en escuela hasta entrado el siglo octavo D.C. en Babilonia y quienes conociendo la interpretación de lo dicho en Num 24.17(cf. Targum de Onqlós/Onkelos sobre este pasaje), habrían sido guiados por Dios hasta el Mesías, no según la famosa estrella como hasta ahora se ha entendido, sino que esa estrella era el mismo Mesías según el lenguaje judío y midráshico contemporáneo.
Por otra parte el número de Reyes Magos tampoco se cita con exactitud. En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen dos, tres y hasta cuatro magos. Otras fuentes cristianas (sirias y armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de Israel o con los doce apóstoles. Los cristianos egipcios creían que eran sesenta. En el siglo tercero, el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía.
¿Y de donde venían?, tradicionalmente se considera que eran babilonios, entre otras cosas por algunos puntos en común con el pueblo judío y porque el resto de Israel estaba rodeado por el Imperio Romano. Pero, como en cualquier aspecto que se quiera abordar de estos temas, surgen contradicciones. Muchos investigadores los consideran originarios de Persia (actual Irán) partiendo de la base de que muchas leyendas que contiene hoy en día la Navidad proceden de costumbres anteriores al cristianismo. Por ejemplo los sacerdotes persas del siglo V y VI a.C. también le ofrecían a su dios (Ahura-Mazda) oro, incienso y mirra. No debe considerarse Persia una idea alocada ya que está al este de Israel, a unos 1800 kilómetros, el doble de la distancia que separa Jerusalén de Babilonia.
Algunas pinturas afianzan también esta posición. Una de las más famosas es la existente en un mosaico situado en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia). En ella encontramos a los tres reyes (obsérvese que no hay ningún rey de piel oscura) con una indumentaria persa compuesta por capa y gorros frigios, característicos por su punta inclinada hacia delante. Por cierto que también aquí aparecen por primera vez sus nombres.
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